Por Juancar
Un mes después de haber conseguido mi sueño, soy capaz de sentarme y poder contar mi historia, mi punto de vista y toda mi situación, en un camino a Hamburgo lleno de baches que he podido superar y me han ayudado, no sé si para bien o para mal, pero creo desde mi punto de vista, me han hecho más fuerte para conseguir el objetivo propuesto.
En la grupeta del club, siempre estaba la broma de ir a hacer el Ironman de Hamburgo, ya que, no soy un gran escalador y me siento muy cómodo llaneando, y consideraba que llegaría mejor a la carrera a pie, después de acabar la prueba 140.6 de Alcudia, de manera atropellada…
Y como dice el refrán, entre broma y broma la verdad se asoma…. Y se asomó. Tomeu Cirer, tercero en discordia en esta historia habló con Víctor Sánchez para decirle que él iría a Hamburgo. Poco necesita Víctor para calentarse, pero menos necesito yo para hacer una locura de este tipo que motiva a cualquier triatleta. El 18/7/2023, con 650 euros menos, ya estábamos metidos en una aventura que pintaba brutal y donde se iban a compartir muchos días de entrenos y locuras.
Dos semanas después venía el primer cambio, “trastocando un poco los planes”, pero sin duda era una gran noticia. Me enteraba que la familia crecía, que iba a ser papá por segunda vez, y que mi mujer saldría de cuentas 2 meses antes del Ironman. Eso quería decir que estando en semanas específicas y de más carga, me tocaría dormir poco, perder algún día de entrenamiento, y bueno, ajustar y reajustar varios días. Los que sois padres, ya sabéis lo que es el nacimiento de un hijo los primeros meses… pero bueno con la paternidad, tenía 16 semanas para estar en casa y tiempo disponible.
Todo iba sobre ruedas, la verdad, aumentando el volumen como toca, acumulando muchas horas de bici y tiradas largas con mucho tiempo de antelación, para cuando llegara el momento de apretar, estar mejor que nunca… hasta el 8-9 de marzo. Momento de entrar en esas últimas 12 semanas, parecía que llegábamos mejor que nunca al único dorsal que me podía poner antes de Hamburgo, que era la media maratón de Palma, ya que después nacería mi hijo Jan, y no podía comprometerme con nada, hasta la prueba.
Pues bien, el 8 o 9 de marzo, no recuerdo con exactitud, pero ese fin de semana, me levanto en mal estado, y pensando que tenía un constipado normal, sigo mi vida, incluso intento salir a correr y cumplir con el entrenamiento (cosa que no recomiendo), pero habíamos quedado varios miembros del club y me apetecía compartir con ellos un buen rato, pero la realidad fue, que no estaba bien, que las pulsaciones muy elevadas, el cuerpo no respondía, y me tuve que parar en seco porque me estaba ahogando. Finalmente decidí acudir al médico de urgencias y me dijeron que tenía una bronquitis (nunca antes había tenido una), pues esta bronquitis no solo me dejó tocado 2 semanas, no, sino que perdí prácticamente todo lo que había conseguido meses atrás, y encima impotente porque no podía salir a entrenar, ni nada. Al final es un deporte de resistencia en el que cualquier disciplina, necesita de un trabajo pulmonar, y en todos los deportes me encontraba mal, me ahogaba, pulsaciones disparadas prácticamente andando y muy fatigoso.
Cerca de dos semanas después y casi sin entrenar, decidí plantarme en la media maratón y probar suerte. Al final estaba pagado y podía correr aún sin encontrarme ni al 70%. Es más, los compañeros dudaban que pudiera acabar, pero bueno, cogí un ritmo “tranquilo” puse el cuerpo al límite y conseguí acabar. Una medalla más para mi hija, ya que a ella le encanta acumular medallas del papi, como siempre he dicho!
Empieza la pesadilla…y lo más bonito.
27 de marzo a 2 semanas de cumplir, la noche antes de empezar las vacaciones de semana santa, mi mujer de 9 meses, no se encuentra bien, decidimos ir a urgencias, y nos dejan ingresados ☹. Obviamente, no me separo de ella, y pasamos varios días ingresados y el último día de ingreso…PUM, rompe aguas, y nos quedamos unos días más, JAN decide venir al mundo ☺ .
Bueno, seguimos con la preparación, después de otra semana y pico parado, vuelvo a arrancar, me queda nada para el Ironman, y no salgo de una y me meto en otra, espero que venga la calma, aún me quedan 2 meses y lo podemos salvar.
Pero no más lejos de la realidad, lo peor estaba por llegar, esto parece una película, pero es la realidad. Ingresamos a Jan, con 24 días, en la UCI. Siete días de incertidumbre y locura. No importa entrar en detalles, creo que cualquier padre que se pueda imaginar con un bebé a punto de morir, sabe lo que se puede pasar: angustia, desesperación, incertidumbre, no dormir nada, mal estar….
Lo único importante, es que estoy escribiendo esta crónica y él está haciendo la siesta y lo tengo conmigo, mejor que nunca y creciendo con salud y sano, igual que su hermana.
Ahora sí, en mal estado físico (no recuerdo cuánto hacía que no me veía tan pasado de peso, nervios, dormir poco, miedo en el cuerpo por el pequeño Jan, sin saber si en cualquier momento puede volver a pasarle algo), seguimos preparando la prueba.
No os voy a engañar, lo más lógico y coherente, era no acudir; es más ya había hablado con mi entrenador para no ir, pero tras una charla con mi mujer, y después de tener gastados cerca de 1000 euros entre prueba y avión, no era plan no acudir; es más, si no iba, perdía todo, y quizás no volvería a tener la oportunidad de plantarme en un Ironman así, tan bien acompañado y preparándolo con un amigo.
Me quedaban 4 semanas, y salvé entrenos acumulativos, salvé algunos entrenos de calidad y perdí alguno que otro más, ya que, no es fácil con un bebé. Pero nos plantamos en la semana de competición, con convicción y sabiendo que a pesar de no llegar en mi mejor momento, iba a disfrutar, y que era capaz de acabar. La vida, ya me había puesto en lo peor, y yo decidí ir a Alemania a acabar; y sonreír en cada momento (a pesar de la dureza) ya que mi hijo y mi familia, estaban bien.
Parece mentira, pero aún me quedaba aguantar algún mazazo psicológico…
El día antes de coger el avión a eso de las 21:00-21:30 de la noche, mi amigo, compañero, atleta, pupilo, caballo, llamadlo como queráis, después de todo lo que había invertido en tiempo, dinero, un montón de entrenos solo cuando yo no podía acompañarlo, todo lo que había sufrido… se puso enfermo y me sacudió la cabeza. Preocupado por su estado, esa noche dormí solo 2h, y finalmente Víctor no pudo volar y venir conmigo, una situación muy difícil de asimilar, y digerir durante todo el viaje, durante la prueba, y post prueba. A día de hoy, mientras escribo estas palabras, me cae alguna lágrima, porque soy muy consciente de todo lo que hemos pasado juntos y vivido, y la ilusión diaria que poníamos. Lo siento, soy demasiado sentimental.
Llegamos a Alemania, y sabiendo que Tomeu Cirer, amigo de Víctor con el que habíamos coincidido en algunas tiradas largas, gran deportista y mejor persona, era mi único apoyo en la prueba, pero un gran apoyo en todos los sentidos, ya que ha hecho varios Ironman, conoce la marca, y la distancia a la perfección, y además estábamos en el mismo hotel y podíamos compartir momentos. Al final, tener a alguien cerca, siempre ayuda. Gran sorpresa, fue conocer a Toni Perez, Jaume Florit, Marc Covas, y la mujer de Marc. Al final hicimos un buen grupito, y nos apoyamos todos, y fue un gran fin de semana.
La prueba era el domingo, y el viernes noche. Durante la cena, mi mujer me llama, me dice que se va a urgencias con el pequeño Jan….¡Wow! Explosiono, pulsaciones a mil, nervios, y mi cabeza empezó a pensar, qué narices hago en Alemania a miles de kilómetros, si le pasaba algo a mi hijo….
Susto, sale del hospital dos horas después, parece que se acaba el susto e intento dormir…
4h de la mañana del día 1 de junio…26h antes de la prueba, mi mujer me vuelve a llamar diciéndome que vuelve a estar en urgencias y que no saben si se queda ingresado. ¡Pffff… ¡Se acabó el Ironman! Empiezo a mirar vuelos, llorar sin parar, nervios, no podía meter la bici en ningún vuelo, pero al final entre ella y la familia me intentan calmar, y quedo a la espera de la confirmación, si se queda ingresado o no. Yo mientras tanto encuentro una solución.
Me levanto, sin desayunar, no tengo hambre, le cuento lo sucedido a los compañeros, y me muestran su apoyo, y que cualquier cosa obviamente me ayudarán.
Sorpresa, ¿otra? La rueda de la bici… completamente vacía. Jajajaja ¡esto es imposible! ¡esta prueba no es para mí, joder! Mejor si me quedo en el hotel sin moverme….
Finalmente, inflo la rueda y podemos hacer un pequeño reconocimiento del circuito, y parece que la rueda aguanta, la comprobaré más tarde para verificar…
12h del mediodía del sábado, mi mujer me llama, salen del hospital y se van para casa. Ahora sí, parece que salvo sorpresa, estaré en la línea de salida.
No nos engañemos, lloré como un bebe recién nacido. Estaba a menos de 24 h y llegar a este día contra todo pronóstico era casi imposible. Mi única promesa a mí mismo, a mi familia, amigos, era disfrutar de cada segundo. No me podía permitir el lujo de sufrir, o no disfrutarlo.
DÍA X
Suena el despertador. Son las 4 de la mañana. No cambio ni una coma de todo lo preparado o trabajado en los días de entrenos de larga duración. Desayuno pan con mermelada de fresa, café y plátano. No es día de experimentos. Me levanto con buenas sensaciones y con muchas ganas, convencido, sé que lo voy a bordar.
Llego a la salida. Nada nuevo, un lago lleno de mierda, que no se ve nada. Que poco me gusta nadar sin ver nada. ¡Vamos, que no me metería si no hubieran 3000 personas más, jajajaja.
Natación: un trámite, apenas he entrenado la natación. Entre todo lo sucedido y mi hombro lesionado (cosa que no he contado), me doy por satisfecho con cualquier marca. Tengo la suerte de que nado bien. Sin entrenar, 4000m – 1:11:43 (creo que me salió algunos metros de más). Llego a la transición con calma, decido ponerme la ropa ciclista. Quiero ir cómodo, poder llevar muchísimos geles (cosa que les encanta a mis amigos), y sobretodo verme lo mejor posible en las fotos, que el tritraje me queda embutido y ¡parezco la pantera rosa, jajaja! Además no caben doscientos geles. Me lo tomo con tanta calma que me dejo 10 minutillos de nada (para un Ironman) en la transición.
Ciclismo: Sabíamos que tenía que controlar mucho para no pagarlo en la carrera a pie. Me dediqué a controlar los watios; ¡pero coño!, en el km 30 me doy cuenta que voy pasadísimo de watios y de velocidad. Me da por mirarme el pulso y voy en 163… Empiezo a pensar, y me dedico a bajar el ritmo y controlarme, si no moriré y no voy a disfrutar. Bajo ritmo, bajo pulsaciones, y empiezo a disfrutar cada momento. Sabía que se haría largo, ya que es un circuito muy llano y rodador. Me quedé muy solo, y me tocó remar. Me pasaban aviones y yo sabía que estaba en mis watios y no podía permitirme seguirlos, por lo que me dediqué a saludar a la gente que animaba, posar en las fotos y pensar en mi hijo; y sin duda, cuando peor lo pasé, me acordé de Víctor, cuando peor lo pasaba en las salidas largas, él se ponía delante y me cortaba el viento. Sin duda alguna, Víctor y Jan, me hicieron ese circuito de bici mucho más fácil. Últimos kilómetros, sabía que si llegaba sub 7h, tenía opción real de bajar de las 11horas. ¡Qué barbaridad! Si no he entrenado… aún así contento. Bici rápida 33.80km/h en 5:14:51 horas. Muy, muy contento, y muy entero para correr la maratón.
La transición con más calma aún. Me visto de corredor: pantalones cómodos, camiseta de tirantes del club, gorra blanca (por eso del calor) y gafas. Diez minutillos de nada perdidos más.
Maratón: Mi gran reto, mi único objetivo era no caminar y lo conseguí. Arranqué por sensaciones, mirando el pulso, controlando el cuerpo. Ya me conozco, quizás salí algo más rápido de lo previsto, pero mi cuerpo respondía y me sentía muy bien y muy fuerte, me había guardado y controlado en la bici.
Mi plan inicial era salir a 5:30 el km. Es un Ironman, llevaba 7 h encima, pero salí a 4:40 los dos primeros kilómetros. Me doy cuenta que voy pasado y regulo. A 4:50 voy cómodo. Mantengo. Solo pensaba en mi hijo y no petar. Avanzan los kilómetros y no me siento cansado, solo me dedico a disfrutar, reír, incluso llegué a bailar con un grupo grande de personas haciendo botellón en un parque. Llego al km 14, y me doy cuenta que no me he tomado el gel del km 9. Vamos mal, se asoma la petada, pero me invento, tomarme dos geles en dos kilómetros y creo que compenso, no me pasa factura, de momento.
Km 21 (media maratón), sub 5’ el km. Voy fresco, voy bien, pulso controlado y buen ritmo, seguimos adelantando a gente y disfrutando. A partir del km 23-24 empiezo a notar que el pulso me sube, decido controlar y obsesionarme con el pulso para no pasarlo mal (no lo había trabajado antes) pero me sale de lujo. Voy bajando el ritmo, pero me mantengo firme en todo momento, y sobretodo, no encuentro el muro, no encuentro mal estar, y sigo corriendo, SIN CAMINAR, hasta que en el km 38… no me para el cansancio, pero si la barriga. Me tengo que parar al baño y pierdo doce minutos. Al salir del baño, me encuentro débil, escalofríos, falta de fuerza, pero oye, que me quedan 4 km, media vuelta y se acabó, me mantengo corriendo sin parar, sub 6’km y sufriendo, ahora sí.
Veo la línea de meta, veo una campana, la toco, que bonita es la línea de meta, que bonita la campana, cuánta gente, después de tocar la campana, solo me queda caminar, pero no por fuerzas, sino porque quería saborear esa meta, el sufrimiento de todos estos meses, el haber cumplido, haber disfrutado, haber llorado antes y durante la prueba, mirar al cielo, y dar gracias, acordarme de mi familia, amigos, de todos los que me han acompañado y apoyado cada día. ¡Qué experiencia, qué bonito, y qué felicidad!
No sé si algún día podré volver a preparar un Ironman, pero sin duda, quiero volver. Creo que me gusta demasiado este deporte y esta distancia como para no volver.
Una aventura de este tipo, requiere mucho entrenamiento, dejar de lado muchas horas a tu familia, mucho sacrificio, dolor de patas, conocerse a sí mismo, entrenar solo muchos días, incluso cuando las ganas no están ahí, pero sin duda, ¡es de las mejores experiencias de mi vida!
Sin duda alguna, quiero agradecer a día de hoy, a mi mujer, el haberme apoyado a ir a Hamburgo, no es fácil todo lo que hemos pasado, y aún así ha estado hasta el último día apoyándome, y si no llega a ser por ella, no cojo ese avión, porque no me veía con fuerzas. Gracias a todos los compañeros de club que han compartido conmigo algún entreno, ellos me han hecho mejor y me han ayudado. Gracias a todos mis amigos, que han estado apoyándome en cada momento, sin duda al caballo Víctor, por cada día de esfuerzo, por su llamada post carrera llorando. No lo olvidaré nunca, pero tú me has dado fuerzas y esto también es tuyo, no lo dudes nunca. También las lágrimas de una madre, un padre y una hermana que al saber que su hijo, hermano ha acabado la prueba no pueden parar de llorar, después de todo lo que hemos sufrido estos meses. Gracias, gracias de corazón a todos, me tomó unos meses de calma, pero seguro volveré.