Crónica ULTRAPIRINEU 2024, LO IMPOSIBLE SOLO TARDA UN POCO MÁS

por David Guirao

Allá en 2016 fue la UltraPirineu una de mis primeras carreras de montaña. Invitado por mis amigos Sebas y Xavi para acompañarlos quienes participaban en la distancia Maratón, me convencieron para realizar la modalidad del Km vertical con la excusa de poder disfrutar de kilómetros junto a ellos por la comuna de Bunyola preparando la prueba.

La experiencia fue tan positiva que al año siguiente volví junto a Sebas para participar en la distancia Maratón. Una vez finalizada, ya en meta, mi cabeza no dejaba de admirar y pensar en los corredores de la modalidad ULTRA quienes se enfrentaban a más del doble de kilómetros y desnivel de los que yo había conquistado. Recorrer esa barbaridad me parecía un imposible; pero como suelen decir: “Lo imposible solo tarda un poco más”.

Tras pasar 8 años, con más experiencia y con algún que otro kilometrillo de más en mis patas decidí inscribirme nuevamente a la ULTRAPIRINEU, esta vez en su modalidad ULTRA, distancia reina y que a día de hoy quien me conozca sabe que no tenía otra elección.

La prueba sobre el papel se compone de unos insignificantes 100 kilometrillos con 6.600+, y ya a simple vista observando el perfil de la carrera se pueden apreciar claramente tres kilómetros verticales durante su recorrido, como dato relevante.

Para esta aventurilla mis fieles acompañantes fueron mi Santa mujer y mi hija Martina, al demonio de Tasmania decidimos dejarlo disfrutando de la compañía de los abuelos.
En cuanto a nuestra morada temporal, la elección fue una furgoneta camperizada para poder tenerlo todo más a mano de la salida y meta.

El día de la prueba sonó mi despertador a las 4:00 de la madrugada y tras prepararme el desayuno, poco a poco (cerca de las 4:30) Sandra y Martina fueron abriendo los ojos.

El día nacía frío así que decidí salir con camiseta térmica, cortavientos y gorro, en cuanto al tren inferior mi vestimenta eran mallas compresivas cortas y calcetines largos, teniendo las mallas largas en la mochila al ser éstas material obligatorio.

Una vez en el interior de la zona urbana de Bagà, me despido de las que serán mis asistentes durante la pachanguita que nos ocupa y accedo a la línea de salida dónde ya escucho al bueno de DEPA animar el ambiente.

DEPA ordena apagar luces de Bagà, encender frontales e inicia la cuenta atrás….

Salgo como buen soldado entre los cerca de 1.600 participantes, recorro algunas calles interiores de Bagà y rápidamente me adentro en el primer kilómetro vertical, 10 km con casi 1100+ para llegar al primer avituallamiento, Rebost. La subida es tendida y pese a llevar un ritmo controlado la hago prácticamente corriendo puesto que se trata de una pista sin excesiva dificultad técnica y muy corrible.

A esta primera subida, le sigue una pequeña bajada algo más técnica en la cual tengo que darle potencia a la luz del frontal debido a la oscuridad del día. Tras el descenso inicio una de las partes más duras y más emblemáticas del evento, la subida al NIU DE L’ÀLIGA, 6 km con 1000+ donde la dificultad técnica es muy alta. En esta parte de la prueba se forman grandes tapones entre los corredores que ralentizan el ritmo de mi ascenso al tiempo que salen los primeros rayos del alba.

Los últimos metros antes de coronar Niu es uno de los momentos más espectaculares que he vivido en una carrera. La cima está llena de personas quienes nos forman un estrecho pasillo que nos marca el camino hasta el segundo avituallamiento en lo alto de su refugio.

5 minutos de avituallamiento y al lío, toca bajar y pienso que seguro que gasto menos que subiendo, hasta que en los primeros metros del descenso me percato de la extrema dificultad técnica, la cual me provoca una caída, que parece no tener consecuencias graves pese a casi caer rodando desde 2.500 metros de altura.

Llego a Serrat, 3er avituallamiento, la temperatura ha subido y decido quitarme la camiseta térmica, una vez acabado de avituallarme, lo primero siempre es la comida vaya a ser que “me cube”.

El camino a Cortals no parece de excesiva dificultad, pero transcurridos unos metros me doy cuenta que me he dejado los bastones en el avituallamiento así que toca sumar unos metros extras volviendo a buscarlos.

En el avituallamiento de Cortals me informan que toca otro kilómetro vertical hasta llegar a Prat d’Aguiló. El ascenso hacia éste se me hace muy llevadero, consiguiendo ir dando caza y soltando a varios grupos de corredores.

Una vez en Prat d’Aguiló, las patas llevan casi 50 kilometrillos y soy consciente que en el siguiente avituallamiento me estarán esperando mi equipo de asistencia, Sandra y Martina, así que es una dosis de motivación.

Adentrándome en Gósol voy fuerte, consiguiendo llegar antes del tiempo previsto según el seguimiento de carrera, motivo por el cual mi asistencia tarda unos minutillos en llegar. Km 61, y unas 10-11 horas de carrera así que decido tomarme el avituallamiento con calma y disfrutar de varios trozos de llonganissa catalana, junto a un buen trozo de “pa amb tomaca” y jamón serrano.

Inicio nuevamente la carrera, las piernas pican pero responden y los corredores más experimentados me advierten que el camino a Estasen no es fácil, que no me confíe, que antes de la llegada al siguiente avituallamiento se presenta una rampa peligrosa al ser muy resbaladiza.

De Estasen a Gresolet es una bajada técnica de unos 4 km, cojo grupo y me toca tirar, les invito a pasarme y nadie acepta mi invitación. Tras varios sustos con motivo de la tecnicidad del terreno, llegamos a Gresolet, me pongo el frontal debido a que empieza a anochecer y toca una de las últimas tres subidas.

Con calma y un ritmo constante realizo la ascensión. Es durante el descenso donde me veo obligado a activar la luz frontal debido a que la noche se acerca cada vez más, y que en el interior del bosque apenas se ve.

La llegada al refugio de Vents es precedida por un control de material, es completamente de noche, repongo algo y decido salir, pero antes tengo que pedir ayuda a uno de los múltiples voluntarios para coger de mi mochila el cortavientos puesto que empiezo a temblar de frío.

Cortavientos, buff y gorro y para arriba. Inicio la subida a Sant Jordi, 4 km con casi 700+, que en apenas un kilómetro me quita la tontería del frío. Este tramo está marcado por los pasos atravesando riachuelos que hace que me empape de agua los pies cuando llevo en las patas cerca de 90 km.

Una vez arriba, km 88, consigo tener cobertura, llamo a Sandra y le digo que me quedan 12 km, que tardaré entre 1h30 y 2h.

Tras la última subida empieza la bajada que terminará en meta y noto que las patas me permiten correr. Tras verme obligado a soltar a un grupo de corredores que bajan como balas mi ritmo es muy bueno pero mi nivel bajando es pésimo; reconocer que bajar no es mi fuerte es ser honesto.

Los últimos kms los recorro con un participante quién me dice que lo suelte si quiero que él está hasta los cojo..es de correr, y que si le doy un poco de caña bajaré de las 18 horas, yo le respondo irónicamente que a mí las patas no me duelen y que seguiría corriendo toda la noche.

Aprieto y paso en solitario el último control que indica que estoy a un km de meta, corro sin parar, la gente empieza a aparecer y a animarme. Empiezo a escuchar nuevamente al bueno de DEPA y a la música, veo vallas que inician la entrada a meta y junto a ellas a Sandra y a Martina.

Martina empieza a correr junto a mi para acabar los últimos metros a mi lado como en aquel 2017 que entró sobre mis brazos.

17 horas y 50 minutos de disfrute, donde sufrí más bajando que subiendo, donde hice una carrera muy controlada en la cual no hubo ni pájaras ni pajarotes pero sí mucho dolor de patas.

Y como no, gracias a mi club; a mis compañeros de fatigas con los cuales durante estos meses no he podido compartir tantos entrenos; a mis amigos y compañeros que me estuvieron apoyando y como no a mi SANTA SANDRA y a mi hija MARTINA por convertirse en finisher de esta Ultrapirineu junto a mi.

8 años han pasado para llegar a formar parte de ese grupo de personas que admiraba. Ese momento en el que pensaba que jamás pudiese convertirme en un atleta de ultradistancia…


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