Por Javi Robles
Salardú (Alto Arán, Lleida).
Jueves 7 de julio. 04:45h a.m.
Me despierto con el presentimiento de que va a ser un día muy feliz. Agotador también. Nada ni nadie nos va a ahorrar ni un ápice de sufrimiento.
Estamos hablando de una carrera de montaña en la Vall d’Aran, bajo la marca UTMB®, casi nada… De hecho, el día previo en Vielha para la recogida de dorsales, ya impresiona con solo elevar la vista. No hace falta ser muy inteligente para imaginarse lo que está por venir en unas horas.
Nuestra carrera, la PDA 55km +3300m de desnivel positivo.
A las 7:45h se da la salida de la 2ª oleada de participantes. En el transcurso de la prueba, una preciosidad de lagos nos acompañan hasta Banhs de Tredòs y para culminar a 2600m de altitud el ansiado Còth de Pòdo. Es la carrera más impresionante y más bonita que he corrido, me dije hasta ese momento… Iluso de mí…
Lo que viene a partir de la llegada a Colomèrs ya empieza a verse mucho menos bonito. El desnivel empieza a hacerse insoportable, sabiendo que además lo peor está por llegar. No voy a mentir, durante la carrera tuve mucho más momentos de malas sensaciones que buenas. Es ahí cuando te das cuenta de que la Vall d’Aran te pone en tu sitio.
Pero llega un momento en que hay que dejar de escuchar las voces negativas y cambiarlas por estas: “En este día no se permite abandonar, ni tirar la toalla. Así que deja ya de quejarte y ponte a currar!!!”.
La llegada al límite del corte en el avituallamiento de Arties es un auténtico drama. Es el kilómetro 40. Gente tirada en el suelo, sin poder dar un paso. De hecho, mi buen amigo Damián tuvo que abandonar debido a una inoportuna torcedura de tobillo. Por suerte, el último kilómetro antes de la llegada a Arties me exprimo al máximo para llegar antes del cierre. Sé perfectamente que si no hubiera sido por esa sprintada hubiera quedado fuera de carrera.
A partir de ahí, comienza una agonía tremenda. Las piernas dejan de responder, el peor tramo está a punto de llegar y vamos justos de tiempo.
Es una máxima en carreras de media-larga distancia. Los primeros km se hacen con las piernas. Los siguientes se hacen con la cabeza. Y los últimos… con el corazón. Cuánta razón.
El caso es que me doy cuenta de que la capacidad del cuerpo humano para sobreponerse a las adversidades es admirable. Paso a paso, sin parar, abstrayéndome de cualquier dolor y después de una infernal bajada, me planto en Vielha. Cuando giro para encarar la recta final de llegada a meta ahí me están esperando mis amigos Mónica y Pedro para felicitarme y acompañarme en esos últimos metros hasta tocar la campana. Creo que esas 13 horas de carrera y 55 km de sufrimiento quedan justificados completamente frente a la emoción de esos últimos metros encarando la llegada junto a ellos. UN MILLÓN DE GRACIAS POR ESE MOMENTO.
Al final, soy finisher de la PDA 55km by UTMB y con acceso al sorteo para correr en el 2023 en Chamonix Mont-Blanc.
Para terminar esta crónica, 2 cosas que debo decir a todos los Trail Runners:
1.- Tenéis que ir a correr a la Vall d’Aran al menos una vez en la vida.
2.- Y si finalmente vais… BUENA SUERTE.