SA200 Non-Stop Mallorca 2022

Por una supporter

Sí, habéis leído bien. Esta crónica no la redacta ni “eL YaYo” ni “el fotógrafo” sino una de las supporters que los acompañó durante los 200 km durísimos en MTB que recorrieron este sábado 1 de octubre, sin pedalear, pero sin perderlos de vista virtualmente. Ya que ninguno de los dos se anima a redactar sus peripecias, me voy a encargar de describir mi vivencia, con su permiso, de esta espectacular “..quedada ciclista off road de larga distancia en bicicleta de montaña y en auto-suficiencia, de 200 kilómetros, no competitiva..” ( así lo describe elitechip en su página)

Como sabéis, este tipo de eventos no comienza el día de la prueba, qué va! Lo habitual es que empiece el día en que se dicen las palabras mágicas “a que no hay huev…!!” y de ahí en más empiezan los mensajitos típicos en que se pican, se cotillean los entrenos del garmin, se ocultan algunos, se “editan” otros y por supuesto siempre dicen “vamos a disfrutarla juntos, tío!, tira, tira”. Todo son risas hasta que empiezan los entrenos duros y sobretodo, los que no se pueden hacer: por lesiones (bendita espalda la del “fotógrafo”) o porque se pone toda la carne en el asador para hacer un top 10 en un tri half la semana antes al evento citado (por cierto, enhorabuena a @elyayoo_ que además de salir primero de su categoría se vino arriba y creó su cuenta de Instagram).

Total, que los dos llegaron al día de la prueba con una tensa tranquilidad. Ese día comienza para ellos a las 3:30 AM (sí, habéis leído bien, a la hora que la gente “normal” vuelve de marcha de un viernes por la noche) habiéndose acostado no antes de las 12 porque hay que preparar mil cosas para el bendito día. Para la supporter en cuestión, también se inicia en ese momento el cronómetro que va a determinar tooodo el día cada uno de sus movimientos. Porque si os creéis que ser supporter de un evento de este tipo es solamente aplaudir al verlos pasar o dar un abrazo en la meta, no tenéis ni idea! Os lo voy a explicar.

Todo consiste en planificar minuto a minuto el día en cuestión. Desde las 3:30 hasta las 6:00 (hora de la salida) no hay nervios, por suerte se puede descansar aunque con un ojo abierto por si llama a último momento que hay que salir corriendo a llevarle un “no-se-qué” que se olvidó o se le rompió. Pero se podría decir que son las horas más relajadas del día.

Al amanecer, lo primero es asegurarse de tener el móvil a tope de batería y recopilar todos los mensajes con tooooda la información: el track del recorrido, el documento con las reglas, puntos de corte, riesgos, puntos de vida, etc y planificar cómo llegar  y a qué hora al primer punto de encuentro acordado. Después de unas horas llega el primer mensaje “KM 25, todo ok” y ya una empieza a activarse… “si está ahora en el 25 pero en su planificación decía que a esta hora debería estar en el 40, el día se perfila un poco impredecible” y el cronómetro que antes mencionaba no para sino que se descontrola!

Así que, cojo el coche y con la cabeza dividida entre la parte de la familia que dejo en casa en modo “autosuficiencia” y con la recomendación “cualquier cosa que pase, llamadme” y la otra pensando “será suficiente la comida y el agua?”, “tendrá suficiente batería?”, “y si no consigo encontrar los puntos indicados por donde pasa la carrera?”, emprendo el camino hacia Son Maciá. Por supuesto, con el radar activado por si suena el teléfono y notando que todos los ciclistas que hoy veo por la carretera son de MTB, parece que se hubieran multiplicado!!! Y pienso: “serán éstos? estaré cerca de la ruta? Los cruzaré?” y en ese plan “relajado” llego al punto en donde quedamos en que pararían a comer. Así que al aparcar lo más en la sombra que puedo, descubro que todos son furgos, repletas de comida y la gente super preparada, con hielo, fruta, pasta, frutos secos, donus, chocolate… y ahí es cuando pienso “yo traigo 4 bocatas, 4 coca colas, galletas de almendra y agua del tiempo”…Creo que me fallaron los cálculos! A menos que mis “soportados” se hayan puesto a dieta, aquí hay algo que no va bien. Pero no me desanimo. Cojo el móvil y me pongo a revisar la ruta y a calcular: “si pasaron por el punto de control de los 90km hace 5 minutos, por aquí van a pasar….dentro de  hora y media!!!!” mare meva! Os prometo que casi saco papel y boli para hacer una regla de tres porque creía que mis cálculos fallaban! Cómo es posible que se hayan retrasado tanto?! Luego me enteraría de que todo fue culpa del amortiguador de mi amigo el fotógrafo que le jugó una mala pasada… pero al final lo dejó continuar. Por no aburriros, rápidamente os cuento que devoraron todo lo que encontraron en mi coche y si hubiera llevado bocata de calamares se lo hubieran chutado en vena! Pero los dos, con todas sus penurias (que yo no os voy a contar!) continuaron viaje. Sólo quedaban 85 km y un tiempo de corte que superar para no quedar fuera de la aventura y sin medalla!

Por supuesto, el crono se activa otra vez y el estómago empieza a rugir. Mi comida estaba en el pack de bocatas que se habían comido los flipatletas convertidos por un día en “chicos MTB”!!! Pero por suerte, en Cas Concos (siguiente parada acordada) llegó Meke al rescate y me pude comer un pedazo de bocata espectacular que fue todo el alimento que ingerí hasta llegar a casa a las 10 de la noche. Total, que allí, devoradas por los mosquitos justo al lado del cementerio, mientras disfrutábamos sentadas en el suelo mirando el atardecer, vimos pasar a El yayo que con un “no tengo batería, no quiero parar” me dejó boquiabierta pensando “todo el día detrás tuyo para esto??? Tengo café en el coche y aún me quedan un par de galletas…” y no me dio tiempo a decirle nada!. Pero lo importante fue verlo bien y que continuaba en carrera. Faltaba el fotógrafo que con su “espalda chunga” seguía luchando para conseguir cruzar la meta y a los pocos minutos de partir en el coche para Campos, Meke me avisa que ya había pasado, seguía en carrera y se había devorado el otro bocata que Meke le había comprado y un par de donus rellenos que le obligó a comer como si tuviera 3 años”.

Finalmente, uno a las 20 y el otro a las 21, cruzaron la meta y compartieron sus males! A uno se le cayeron un par de lágrimas por haber conseguido tan duro reto, al otro las tripas le jugaron una mala pasada y casi deja medio estómago en la carretera.

Pero los dos durmieron esa noche con una sonrisa, seguramente. La misma que se les ve en esta foto de “el día después” en donde compartieron las penas y las aventuras que pasaron juntos.

Y yo, no puedo estar más contenta por haber aportado mi granito de arena. Acabé el día con un agotamiento que no es normal… yo no participé en el evento, pero os prometo que mis piernas me pesaban como su hubiera dado pedaladas a su lado. Y aunque les diga “no vuelvo a ser tu cómplice de estas locuras” sé que volveré a estar ahí, como en cada prueba.

Porque os aseguro que los supporters sufrimos tanto como los deportistas pero también nos quedamos con la satisfacción de saber que cuentan con nosotros para conseguir sus retos que, al final, son cosa de equipo! Como todo en la vida…


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